Cruzando los dedos



No recuerdo que fue lo que me hizo renunciar… Pero podría enumerar lo que me hizo volver. 

Febrero es un mes sugerente, no diré que es mágico pero tal vez cautivador (desechando la idea del inventado día del amor). De todas formas todavía recuerdo las razones para regresar:
Mi necesidad, sí, esa que me obliga contar todo lo que pienso. Mi ausencia, de eso que todos tienen. El amor, a mi PC (claro). Mis noches de insomnio, que prometen terminarse (aunque no se las creo). La lluvia, el viaje explorador de gotas frías sobre mi piel (¡Rara!). La música, que me acompaña a donde vaya porque: “No hay un sitio en donde no estés”. Mi insaciable soledad, mis versos mal hechos, mis palabras mal elaboradas, mis torpes rimas y mis absurdas frases. Mis largas oraciones y párrafos sin sentido. Pensados estados y determinadas historias.
Una mezcla tuya y mía.

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