Vivir para morir, y si la ley lo permite, morir mejor


Los ojos cerrados y el rostro, ahora, sin sonrisas. El día será agotador en el hospital que ya se había familiarizado con ellos, pero ellos sin conciencia para reconocer a alguien. Muerte, suena duro. El sufrimiento es peor. Ahora la llamaremos “muerte digna”


Mas de diez meses y aún no abre los ojos. El drama de Jesús Sánchez, es un problema si no nuevo, más doloroso. Postrado en una cama del hospital Jhon Peter Smith de Estados Unidos, donde su presencia ya no tiene importancia, para los médicos una muerte instantánea les parece una buena solución.
Su familia lo espera, lo ama, y ello implica no perder las esperanzas, aún cuando esto signifique 70 mil dólares que no poseen, y el tácito sufrimiento de su ser más querido.

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Eutanasia, para la Real Academia española “es el acortamiento voluntario de la vida de quien sufre una enfermedad incurable, para poner fin a sus sufrimientos”.
Actualmente, se distingue del término 'muerte digna', que consiste en el otorgamiento de medidas médicas paliativas (que disminuyen el sufrimiento o lo hacen tolerable), de apoyo emocional y espiritual a los enfermos terminales.

Eutanasia (para los griegos: buena muerte. Eu = bien y thanatos = muerte) es para los que lo hayan olvidado, la llamada muerte digna, la muerte piadosa que desaparece el trauma de vivir indignamente, y como diría Ramón Sampedro en Mar adentro si no podía vivir dignamente, se quiere por lo menos morir dignamente, antes de hacerlo a escondidas, como un criminal.

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Milagritos es una recién nacida, que a su cortísima edad necesita de un respirador artificial para sobrevivir. Ana Urbano Torres, la madre, culpa al Hospital Regional Eleazar Guzmán Barrón, de Chimbote, por la negligencia. Y considera que lo mejor para su hija es permitirle un final más digno. "Mi niña está sufriendo demasiado, por eso hemos decidido firmar la autorización para que le quiten el respirador artificial", afirma la acongojada madre, todavía con lágrimas en los ojos e intentando superar la desgracia.

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Recordando las promesas electorales, llegamos a una interesante propuesta que luego se publicó así: “El presidente Alan García propone un referéndum para instaurar la eutanasia procesal para los terroristas”. También se está planteando en el Congreso la eutanasia procesal para los que violen y asesinen niños.
Tras rechazarse en el Congreso peruano la instauración efectiva en el Código Penal de la eutanasia procesal para los terroristas, Alan García ha propuesto celebrar un referéndum para instaurarla. La medida, aunque ha recibido las críticas de los activistas pro derechos humanos y de la Iglesia católica, cuenta con el apoyo de la mayoría de los peruanos.
Sí, apoyo de todos los peruanos, que ven en la eutanasia no sólo un arma antiterrorista, sino una salida digna de la vida, cuando ya no se puede sufrir más y cuando el dolor se hace cada vez más personal.

SUICIDIO ASISTIDO
Se diferencia de la eutanasia en que es el mismo enfermo el que realiza el acto final, pero un tercero le ha facilitado las cosas para que así sea.
La "máquina de la muerte" del doctor Jack Kevorkian, le otorgaba a la persona con sólo presionar un botón, la salida al sufrimiento, de la a veces indigna realidad. Una emisión de monóxido de carbono les cerraba los ojos. Más de cien personas murieron asistidas por este médico entre 1990 y 1998. Kevorkian cumple ahora una condena de 10 a 25 años de cárcel por homicidio en segundo grado.
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Algo indignado y sin ánimos para conversaciones largas; el presidente de la Comisión de Fiscalización y Contraloría, Edgar Reymundo Mercado, accedió vía telefónica responder acerca sobre el tema:

“Como la llaman, asesinato piadoso. Es una forma digna de morir, elegida por los familiares de alguien que presuntamente no podrá recuperar sus capacidades jamás”.

¿Qué impide a la eutanasia ser legal en nuestro país?

El artículo Nº 1 de nuestra constitución dice que todos tenemos derecho a la vida. Además el Código civil ratifica esto al dictar que sólo la persona por sí misma puede tomar decisiones sobre su vida. Pero contradicen todas estas normas, pues no permiten a la persona ejercer el derecho a su muerte. Y a todo esto se le suman los preceptos católicos que dogmatizan la vida y muerte como si ellos tuvieran derecho sobre las almas de otros.

¿Cuál es la pena para alguien que “ayuda a otra persona a morir”?

Las penas varían entre los cinco y seis años de pena privativa de la libertad efectiva, teniendo la oportunidad de acceder al beneficio del dos por uno.

¿Se está haciendo algo en el Congreso?

Se han presentado algunos proyectos de ley, pero las demás bancadas están más preocupadas en legalizar el Día Nacional de la Chirimoya, que en discutir sobre este tema.
Esperamos volverlo a plantear para el mes de Junio, pero es de esperarse una nueva negativa. Ojala algún día se logre.
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Ante para él un dilema establecido entre “amor - muerte”, el abogado mexicano Iván Gutiérrez ofreció un punto de vista distinto a los ya presentados.
“Cada cabeza es un mundo y cada licenciado va a interpretar la Ley como mejor convenga a sus intereses. Los artículos que hablan acerca de la eutanasia hasta ahora la manejan como homicidio (con excluyentes) pero al fin homicidio, éste tema tan controversial e importante para mi, debe de resolverse legalmente con una visión mas moralista y realista y dudo mucho que la mayoría de los mexicanos y de todo el mundo estén de acuerdo con prolongar la muerte y agonía de sus seres queridos." El derecho de uno termina hasta donde comienza el del otro" y al no permitir que se practique la eutanasia, jamás comenzara el derecho de morir de los pacientes en fase Terminal”.
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Para el médico español Gonzalo Herranz Rodríguez hay vidas que no merecen ser vividas por ser penosas y carentes de dignidad, por ello que la eutanasia es una solución a sus sufrimientos.
“El médico, tras apostatar de su fe en el carácter sagrado de la vida, caído en la superstición del absolutismo de la calidad de vida, llega más o menos pronto, a la pesimista y dramática conclusión de que no escasean las vidas que no merecen ser vividas, tan penosas y carentes son de dignidad y valor vital. En pocos años, bien en virtud de la legislación permisiva o de la jurisprudencia tolerante, bien de la opinión pública narcotizada por la prensa y la televisión, la eutanasia, de ser un remedio excepcionalísimo, termina por convertirse en un recurso médico casi ordinario, una opción terapéutica como otra cualquiera, polémica como tantas otras que son aceptadas por unos médicos y rechazadas por otros, de la que hablan mucho las revistas profesionales. Sus resultados son auditados y comparados con las alternativas terapéuticas. La eutanasia gana respetabilidad y prestigio, pues se la presenta en sociedad como una intervención rápida e indolora, exigente de competencia y buena práctica, más cómoda, estética y económica, e incluso más compasiva, que el tratamiento paliativo”
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“Vida, regalo más preciado”·, considerando la intención de prescindir de él en el momento adecuado, a tiempo, mientras el dolor no se siente y parece no alcanzar el cuerpo.

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