No fue la primera vez...

El día era oscuro, pero aún no anochecía, mis ojos aún podían distinguir el rojo de su camiseta, mi piel todavía estaba erizada, y mis labios violentados, ocurrió sí, lo que ya había imaginado, y no fue como lo que esperaba, fue mejor.

**********

Recuerdo un spot publicitario que hablaba acerca de sonreír: “movemos diecisiete músculos”, anunciaba de una forma muy conmovedora, bueno eso lo que lo hizo inolvidable para mí, la exactitud. Aproximadamente sonreí más de diez veces aquel día (no dejé de sonreír), pero considerando que no soy una persona muy atlética, ni fanática del deporte, ése fue un gran ejercicio, sin considerar lo que vino después.

No sé si yo lucía apropiadamente, tampoco recuerdo si me importara aquel día, pero recuerdo que pasó caminando con aquel polo rojo (que todavía me encanta), esa gorra blanca (que luce tan bien) y la mirada fija (no podía creerlo), en mí. Confesaré que inicialmente no me interesó y continuó así por los siguientes… cinco minutos.

—¿Podrías dejar de observarme?—pensé—. Empiezas a molestarme.
—No —me habrá respondido, pues no dejaba de hacerlo.

**********

Leí acerca de un tipo de intercambio de información que revela en pocos segundos si somos o no genéticamente compatibles con una persona, si merece la inversión de tiempo o tal vez habría que seguir buscando, sí, ése intercambio: el beso. En mi caso no tuve que buscar más (por lo menos un tiempo).

Se acercó a mí, parecía nervioso también, debo decir en su defensa que la situación no era para menos.

—Tal vez vendría mi mamá —le dije, temblando.
—Lo sé —contestó.
—Deberías apurarte —le sugerí, intentando no ser demasiado explícita.
—También lo sé —bueno, es un chico de pocas palabras—. Lo intento.

Lo primero que sentí fueron sus labios húmedos y los fuertes latidos del corazón, no sé si el mío o el suyo, pues parece que en ese momento se confunden las cosas. Las pulsaciones cardiacas pasan de 70 a 140 por minuto, además se producen una serie de procesos químicos que turban al organismo.

Para Gordon Gallup, psicólogo, existen muchas fuerzas que pueden conectar románticamente a dos personas y un beso, particularmente el primero, puede romper ese vínculo. Ahora, soy consciente de ello. Al besarse se genera un complejo intercambio de señales químicas, que activan mecanismos inconscientes que actúan para evaluar nuestra compatibilidad genética o viabilidad reproductiva. Vaya que resulta complicado, solo pretendí que siguiéramos los pasos de una relación, bueno lo intentamos.

—Me encantas —pensé—. Y tal vez aún lo sigues haciendo.
—Tú también —habrá pensado, pues nunca me faltaron sus llamadas para confirmarlo—. Y tal vez aún lo sigues haciendo, también.

Mi primera revolución interna, como olvidar algo así. Se supone que si un beso es bueno quema de tres a doce calorías, bueno por lo menos me llevo ese crédito. Se mueven doce músculos de los labios y diecisiete de la lengua, a eso me refiero con ejercicios.

**********

De niña me preguntaba en que tipo de actividades utilizamos los cinco sentidos al mismo tiempo, encontré una respuesta. Observaba de reojo su reacción (demasiadas historias que pretenden que crea en “el amor es ciego” por lo que me mantuve con los ojos abiertos), alcanzaba a oír mis latidos (imposible no hacerlo, se incrementaban), sentía sus labios con los míos, reconocí el dulce de su boca y hasta pude oler su loción.

Los biólogos explican que un beso intenso aumenta la secreción de dopamina, la sensación de bienestar, y testosterona, la que se asocia al deseo sexual. Además, libera adrenalina y noradrenalina, que acelera la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Añádele a eso que la glándula pituitaria ubicada en la base del cerebro, segrega oxitocina, una hormona que hace sentir un especial bienestar a las personas.

La relación no terminó por incompatibilidad en el primer beso, ni porque se enteró que abría los ojos mientras nos besábamos, tampoco porque hubiese existido algo lo suficientemente malo para dejar de verlo.


—Tengo que ir a estudiar— me dijo.
—Genial, ya era tiempo— respondí decidida.
—No aquí, en Lima— con los ojos muy abiertos.
—¿Qué?—y tardé unos segundos asimilar la noticia.
—Te extrañaré—balbuceando—. Me harás mucha falta.
—Bien, es bueno para ti— le dije—. Sería absurdo si lo pospusieras otra vez.

Para intentar cambiar la historia y confesar la verdad, diré que no fue exactamente mi primer beso, pero fue la primera que sentía algo tan especial. La primera vez que mi cerebro probó ese adictivo cóctel cerebral, que luego se convirtió en una droga, de la que fue difícil separarme por cierto, pues me volví una dependiente no confesa, pero que finalmente tuve que aceptar que tenía que alejarme de ese tipo de alucinógenos, tú, mi éxtasis y mi heroína. Lo hice claro, por lo menos eso quiero creer.

—Que te vaya muy bien —le recomendé firmemente.
—Te llamaré, lo prometo —respondió.
—No hace falta, no te preocupes —ya con los ojos temblando.
—A mí me hará falta —alcanzó a decir.
—¡No te vayas! —grité, muy dentro mío—. Quizás ya pueda decirte cuando significaste para mí.

2 comentarios:

F dijo...

A veces sentimos cosas que nunca habiamos sentido,aunque hayamos pasado por la experiencia muchas veces antes.Es interesante saber lo que hay detras de algo al parecer simple,pero que en si es complejo y por supuesto maravilloso.
No fue la primera vez pero fue una ves.=)

leslie condor ascanio dijo...

no importa si fue la primera vez o no...lo importante es que paso.. y nos marco...y si nos marco entonces pudimos sentir que estábamos vivos..so cool...